Hace muchos años, en un tiempo antes de la historia, existía una escuela enorme a la cual asistían miles de peces koi nadando por el río Amarillo. Los colores de sus cuerpos musculosos y brillo bajo la luz del sol los hacía parecer como un millón de joyas vivientes. Todo iba bien hasta que aquellos peces koi alcanzaron una enorme cascada.

Inmediatamente, un gran número de ellos se desanimaron y se devolvieron, encontrando mucho más fácil simplemente ir con la corriente del río. Sin embargo, un grupo de kois se quedó. Cada cada uno de ellos se esforzó por llegar a la cima de las cataratas, una y otra vez arrojaron sus cuerpos en el aire para caer de nuevo en el agua. Todo este ruido de chapoteo llamó la atención de los demonios locales que se reían de los esfuerzos de los que aún quedaban. Los demonios, agregaron a su miseria mayores obstáculos, sádicamente aumentaron la altura de la cascada.

Aun así uno de los peces koi no se dió por vencido.

Sin inmutarse, el koi continuó con sus esfuerzos durante cien años, Los demás peces no comprendían su terquedad para querer lograr lo imposible. Al final, con un salto heroico el pez koi alcanzó la cima de las cataratas. Fue allí cuando uno de los dioses que lo observaba sonrió en señal de aprobación y transformó el koi agotado en un dragón de oro brillante.

 

Siempre que otro pez koi encuentra la fuerza y el coraje para saltar las cataratas, él o ella también se convierten en un dragón celestial. Debido a su resistencia y perseverancia, los koi se han convertido en un símbolo de la superación de la adversidad y la lucha por cumplimiento del propio destino.